martes, 4 de febrero de 2014

EL RELOJ DE ARENA: creando mi proyecto





Un día es como tres para quien hace cada cosa a su tiempo.
(Proverbio chino)

El reloj de arena, tal como lo conocemos, mide un determinado transcurso de tiempo. Puede medir tiempos de meditación, en algunos juegos de mesa se utiliza como temporizador que fija el tiempo de respuesta. El clásico reloj de arena sólo requiere energía potencial, actúa por el flujo o movimiento de la arena debido a la fuerza de la gravedad.
Su valor simbólico representa visualmente el fluir constante del tiempo, el ciclo vida-muerte: el bulbo lleno es la vida que transcurre hacia la muerte; el equilibrio es la edad adulta. En literatura se utiliza como representación del paso del tiempo y de su fugacidad, mientras que en informática simboliza el procesador ocupado en ejecutar una orden.

De los seis relojes que simbolizan la inteligencia cronográfica, el de arena es el pragmático. Si pensar es de inteligentes, ponerse en acción es demostrarlo. Y más aún, hacerlo de manera concreta, utilizando el resorte de la adecuación y el recurso de la adaptación, y en el plazo pertinente, es de íntecros.
La acción exige un plazo, cuyo principio y final hemos de anclar en el fondo de la pertinencia. En ello se despliega la inteligencia cronográfica fijando objetivos, identificando aquello que, entre lo posible, decidimos hacer. Como íntecros, nos impulsamos en nuestro potencial reconocido con el reloj biológico, recorremos todo el arsenal de métodos para seleccionar el apropiado a la acción, adecuamos los recursos, secuenciamos las tareas y… pragmáticamente apuntamos siempre a un final claro y atractivo, momento de dar cuenta; de darnos cuenta.
La inteligencia cronográfica maneja la prospectiva. Podemos cavar un hoyo y profundizar más y más. Pero es de inteligentes cerciorarse de que el hoyo está en el lugar que debe. Otra cosa será su dimensión. Esta dimensión dependerá de nuestras “fuerzas” (voluntad), de nuestros “recursos” (conocimientos y habilidades). También dependerá del plazo. De aquí que la inteligencia cronográfica se encargue de conjugar las variables para alcanzar la meta bajo las condiciones previstas (interna o externamente).
En definitiva, el uso inteligente del tiempo implica la percepción inteligente, el pensamiento inteligente, la elección inteligente, la acción inteligente. Para no ser muy pesado diré que en la medida de que nos acerquemos a acciones auténticas, más inteligente será nuestro uso del tiempo. Esa autenticidad es el ligamento del pensamiento (hueso, duro, firme) y la acción (músculo, flexible, pero también firme), y usar inteligente-mente el tiempo es cuidar y mimar ese ligamento.
Explotar nuestra inteligencia cronográfica consiste en actuar con criterio y sentido, pensar antes de actuar, pensar después de actuar. Pensar antes y después de actuar: tres acciones inseparables (pensar, actuar, pensar). No se puede entender el acto de pensar sin la finalidad de hacer, como tampoco hacer sin haber pensado estratégicamente el cometido, ni hacer sin reflexionar sobre él una vez cubierto.
Ya no es que el íntecro adecue momentos y acciones desde el pensar. El íntecro suspende la acción ante la amenaza perturbadora de un descontrol circunstancial (producido por razones cualesquiera), se sienta y asienta las ideas, repasa, revisa y rediseña su plan. Un plan estratégico que frente al proyecto inicial tiene la ventaja del contacto con la realidad objeto de la acción, aún realidad incompleta.
Esta suspensión para revisar y, en su caso, reconducir el proyecto es una retirada íntima. Ya sé que circula la idea supuestamente positiva de que no hay que ir hacia atrás ni para coger impulso. Como aforismo tiene su interés pero más allá de ello, cabe matizar un sinfín de situaciones en las que apegarse a él sería erigirse en camicace. Frente a esa mediocre actitud existe la retirada a tiempo, que según otro aforismo es una victoria. De modo que, lo uno por lo otro, bueno será que sepamos elegir la victoria sea retirándose o cogiendo impulso, que finalmente conduce a lo mismo.

Mientras preparo la siguiente entrada, en la que presentaré el reloj de pulsera, te dejo los principios que rigen tu reloj de arena:
Da contenido a cada momento
Planifica en profundidad
Secuencia las acciones priorizando
Algo pesimista está bien
Sé flexible
Incorpora un plan de contingencia
Diseña la estructura del portafolios

Para que el reloj funcione sin contratiempos te propongo algunas sugerencias:
     
Enfoca la planificación desde tus objetivos. La eficiencia te conduce a evaluar  tus acciones según el logro de esos objetivos.
     A igualdad de importancia, reúne las acciones afines.
     A igualdad de prioridad, planifica de lo más complejo a lo más simple.
     Incluye en la organización acciones de reflexión sobre lo que haces.
     Deja visible la programación permanentemente. No confíes en tu memoria.
     Haz una programación realista y factible. El tiempo no se expande, ni se        estira. Es el que es, y en él sólo cabe lo que realmente seas capaz de hacer.
     Ajusta el tiempo preciso, establecido claramente. La indefinición del plazo es  una dilatación perniciosa.
     Considera holguras para imprevistos. Si no surgen no las consumas,  aprovecha para revisar la acción.
     Contempla en la programación tus ritmos biológicos. Sitúa lo más arduo en  tus momentos más productivos.
     Revisa diariamente la programación, controlando el tiempo consumido y  comprobando el cumplimiento de lo establecido.
     Trata las interferencias con la máxima diligencia y dedícales el mínimo  tiempo.
     Delega las acciones intrascendentes.
     Enseña a tus colaboradores, si los tienes, el método con que te gestionas  en el tiempo.

Cuida tu maravilloso reloj de arena, que es tu proyecto, y ten presente que “tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición". Lo dijo Steve Jobs.

martes, 28 de enero de 2014

EL RELOJ BIOLÓGICO: reconociendo mi potencial


   “Conócete, acéptate, supérate”
(San Agustín)
¡Funciono como un reloj! ¡Estoy que me salgo!
¿Te suenan estas frases? Si han salido de ti, estás de enhorabuena. Tu reloj biológico está en perfecto estado.
Afortunadamente, no siempre estamos así. Tenemos días malos, horas para olvidar. Es justamente esto lo que da valor a esos momentos en los que nuestras acciones parecen sobresalir por arte de magia. Nos sentimos capaces, nos afanamos sin que nadie pueda detenernos, lo hacemos como nunca y el tiempo pasa volando. Lo decía Ramón Gómez de la Serna, “el reloj no existe en las horas felices”. Disfrutamos, ¡qué más podemos pedir! 
Es probable que te hayas dado cuenta de que eso suele ocurrirte cada cierto tiempo, con determinadas cosas y en momentos aparentemente casuales. No hay nada de magia en ello, tus sistemas nervioso y endocrino funcionan tan bien que un maestro relojero te diría que cuides de ese reloj biológico, que no te distraigas para que no se detenga, para que siga ejerciendo su misión vital en óptimas condiciones; para que tú sigas funcionando como un reloj.
¿Por qué esos sistemas? ¿No influyen el corazón o nuestra mente?
En parte sí, en la mente está el centro de control de nuestro tiempo. La cronobiología, la ciencia que estudia los ritmos biológicos, ha descubierto que ese prodigio natural llamado reloj biológico está instalado (¡atento al nombrecito!) en el núcleo supraquiasmático y desde allí genera todo lo necesario para que nuestro cuerpo se adapte a todo tiempo (externo), que es como decir que sincroniza nuestro tiempo (interno) con el entorno que nos envuelve y exige.
¡Entre nosotros no hay química! ¡Algo me dice que esto no va a funcionar!
Tranquilo, tranquila, son las hormonas. Son los estímulos químicos que segrega nuestro sistema endocrino y cuya periodicidad regula el sistema nervioso central, en respuesta a los estímulos sensoriales de la naturaleza. La adaptación es la sincronización de esos estímulos. 
Hasta aquí creerás entonces que todo es natural y que el funcionamiento de nuestro reloj biológico es algo ajeno a nosotros. Que si algo va mal, o nos sale mal, es achacable exclusivamente a factores externos y a nuestras respuestas automáticas e inconscientes para las que estamos programados. La buena noticia es que no.
Algo, quizá más de lo que pensamos y mucho más de lo que nos gustaría, depende de cuestiones tan deliciosas como la autoestima, la confianza en nosotros mismos, la disciplina personal. También de nuestro amor propio y, sobre todo, del reconocimiento de nuestro potencial.
¡Cuántas veces renunciamos a atrevernos, a dar el paso! Los temores, las inseguridades, las dudas, las auto-limitaciones… la inacción. Y mientras tanto el tiempo sigue pasando y nosotros sin contarlo. ¡Ya no más! No hay paso más obligado que el primero. Y hay que darlo. Es el primero y no será el mejor, será apenas un balbuceo. Pero todos los pasos dejan huella, tanto más profunda cuanto más firme pisemos. Atrévete con ese primer paso.


¿Qué hace firme un primer paso?
Hazte estas tres preguntas: ¿Qué sé? ¿De qué soy capaz? ¿Cómo me siento? Entiéndelas como estímulos sensoriales que has de sincronizar con estímulos químicos. Usa para ello tu prodigioso reloj biológico: siéntete, alinea tus respuestas con tu esencia, la que te identifica, con la que has de convivir y de la que no nos puedes privar a los demás. Estamos esperando todo tu potencial, confiamos en ti. No nos desilusionarás, estamos convencidos de que lo lograrás. Más aún, ya estás en el lío: la prueba es que ya estás leyendo este blog. Gracias por ello, ojalá te sea de provecho.
Mientras preparo la siguiente entrada, en la que presentaré el reloj de arena, te dejo los principios que rigen tu reloj biológico:
Conócete
Confía en ti
Sé tú
Muévete en tu salsa
Vive en el presente
Mira al frente
Aprovecha tus mejores horas
Expándete
Y utiliza siempre, siempre, tu Plan VÉ.

Ahora bien, si quieres que el reloj funcione cada ahora, has de utilizar esos principios ya.  ¿Cómo?
Explora tus expectativas, tus inquietudes, tu potencial.
Valora la oportunidad, la conveniencia y la adecuación.
Considera todos los factores, alcanza tu disposición proactiva.
Estimula todos tus resortes, calienta motores, prepárate para la acción.
Ancla la voluntad y arranca cuanto antes, con seguridad y confianza.
Arranca ya consciente de tus posibilidades, considerando que podrás cometer errores, que habrá obstáculos; todo suma, forma parte del proceso de crecer, de aprender.
Asume ese coste como la mejor inversión. Inversión en ti, que es lo mejor para ti y para los demás.

Cierro este tiempo compartido parafraseando a Balzac: el tiempo es el único capital de las personas que no tenemos más que nuestra inteligencia por fortuna. Es nuestra inteligencia cronográfica, cuya primera capacidad, reconocer nuestro potencial, la 'mide' nuestro reloj biológico. Mímalo, mímate. ¡Sé íntecro!







sábado, 18 de enero de 2014

LOS ICONOS DE LOS RELOJES DEL TIEMPO


Los iconos son signos que mantienen una relación de semejanza con el objeto representado; esta es la tercera acepción recogida en el DRAE.
En el mismo diccionario, se define símbolo como "representación sensorialmente perceptible de una realidad en virtud de rasgos que se asocian por una convención socialmente aceptada".

Así, si un reloj de pulsera es como el de la imagen izquierda, un icono podría ser el del centro.
Este icono es una abstracción de la realidad que representa, hasta desnudarla para quedarse en lo sustancialmente reconocible. Cada uno de de nosotros puede crear su propia abstracción.

Ahora bien, para que este icono sea un símbolo es necesario advertir en esa abstracción unos rasgos que lo asocien con las características básicas de lo que representa. Y como ya he dicho en la entrada anterior, el reloj de pulsera se refiere al respeto a lo planificado en nuestro proyecto vital, sin atajos ni improvisaciones injustificadas. Es el paso obligado por cada hito previsto. De ahí que en la imagen de la derecha, la línea interrumpida simbolice ese proceso o camino que avanza por los puntos de paso previstos, por los auto-controles.

Por eso he simbolizado el proceso con el reloj de pulsera, el reloj que nos acompaña, como el pulso, en el camino hacia el propósito que hemos trazado para nuestro tiempo. Y es el reloj que he tomado como muestra para contaros su evolución gráfica mediante un ejercicio de simplificación. Pero no es el primero de los relojes del tiempo. Lo dicho hasta ahora no es más que un modo de explicarme. De explicar por qué unos iconos pueden simbolizar el uso inteligente del tiempo. 

En esta entrada os adelanto, sin detalles, los iconos que simbolizan los seis relojes del tiempo; sin más. En esta entrada ya no cabe más. Quiero ser respetuoso con tu tiempo. 


Si tienes curiosidad, en la próxima entrada llevaré hasta el nivel +1 el reloj biológico, cuyo icono te invito a identificar entre los siguientes y que encuentres su asociación simbólica (una pista: es el primero de los relojes de tu tiempo). Y así seguiré, de momento, hasta completar los seis que todo íntecro ha de mantener en perfecto estado.
Y vale.


miércoles, 8 de enero de 2014

EL TIEMPO ES EL RELOJ DE LA VIDA


Algo más de 10.000 horas, de 400 días, de 14 meses; algo más de un año.
Cada momento que pasa añade algo más a nuestra vida. Alguna experiencia más, tiempo pasado. Algún sueño, proyecto de futuro. Mientras, el tiempo nos acompaña querámoslo o no.
El 30 de octubre de 2012 publiqué mi anterior entrada en este blog que hoy recobra vida. No es que el tiempo lo dejara en el olvido, en cuyo caso yo hubiera sido ese tiempo. A veces es necesario cubrir otros campos, y en otros medios, para acabar centrándose en lo que primero fue una ilusión y ahora es realidad. Y a eso he estado este tiempo.
He estado buscando la tierra adecuada donde sembrar las semillas que he ido seleccionando para obtener los mejores frutos. Ahora soy consciente de que la luz necesaria es parte de la suerte que favorece el desarrollo de todo sueño. Y me he dado cuenta de que la luz siempre está conmigo. Es como el tiempo. Sólo es cuestión de abrir los ojos de la mente y los oídos del corazón para pasar a la acción.
Reemprendo la acción sin descuido, en alerta tranquila, tan pleno de energía como de emoción. Dispuesto a compartir los relojes de mi tiempo, según la deuda que contraje en aquella última entrada que pasa ahora a ser la primera. Así que a lo dicho.

Seis son los relojes del tiempo. Seis que simbolizan la plenitud de nuestros actos conscientes que tienen su historia y que pronto verán la luz en forma de cuento. Y os cuento:

  1. El reloj biológico representa todo aquello de lo que somos capaces a nivel de creencia personal, de confianza en nosotros mismos, es el reloj del autoconocimiento y del autoconvencimiento. También de la consciencia de nuestra formación y del aprendizaje perenne. 
  2. Canalizar ese potencial conforme a un proyecto personal, vital y profesional, mental y espiritual, es misión del reloj de arena. Cada grano es una de nuestras aportaciones, que inexorables componen una secuencia preferentemente diseñada en primera persona, rehuyendo de catálogos e intereses externos.
  3. Proyecto que hemos de respetar, que es como decir respetarnos a nosotros mismos. Eso encomienda el reloj de pulsera. Nos acompaña con la misión de hacernos, disciplinadamente, al pulso de nuestra vida. Cada hito del proyecto, cada piedra del camino, cada revés, son oportunidades para afianzarnos en nuestro ritmo.
  4. Un ritmo que no puede estar sujeto a traiciones ni venganzas, a distracciones ni improvisaciones. El reloj de péndulo, en lo alto y a la vista, nos recuerda con su constante cadencia, acústica y visual, que no hay momento para nada que no sea avanzar. Si paramos sea para reflexionar, si retrocedemos porque modifiquemos. Siempre ajenos a la rendición. Nunca rendirse, nunca; jamás.
  5. Jamás rendirse porque al final siempre hay una rendición pero de las buenas. Siempre hay un momento, tal vez un acto, en el que debemos rendir cuenta. Es el cronómetro el reloj del compromiso, del deber cumplido. Compromiso con nosotros mismo, con nuestro mejor yo.
  6. Y el mejor yo llega con el reloj de sol. Con él revisamos nuestra huella completa. Cada hito, cada evento ha quedado registrado como una sombra que, incesante, se mueve a medias entre la luz y la tierra. Y somos nosotros el gnomon, la referencia, que arroja esa sombra por medio de una luz que es el conjunto de nuestros propios actos. Revisamos lo hecho para mejorar-nos.

Mejorando siempre, que para eso aprendemos, sin obsesión ni ansiedad, con serenidad y permanencia, completamos el ciclo del tiempo: ganamos confianza, reforzamos nuestro reloj biológico; ganamos capacidad tras la experiencia y mejoramos el proyecto de nuestro reloj de arena; ganamos nuevas oportunidades que merecen el respeto que marca nuestro reloj de pulsera; ganamos constancia y la persistencia con nuestro reloj de péndulo; ganamos credibilidad para los futuros compromisos que registrará nuestro cronómetro; y ganamos habilidades identificando errores y reforzando aciertos con el uso de nuestro reloj de sol.
Como vemos, se trata de ganar, ganar, ganar... Siempre ganar, que eso es usar inteligentemente nuestro tiempo, cualidad del ser íntecro, de ser inteligente cronográfico.

Ya os he presentado mis relojes del tiempo, son los relojes de nuestro tiempo y son vuestros relojes. Son los relojes que miden lo que hacemos con y en nuestro tiempo.
Os invito a familiarizaros con ellos, a que os atreváis a diseñarlos, a revisarlos, limpiarlos... Os invito a que confiéis en vosotr@s mism@s, a que creéis vuestro propio proyecto, a que lo respetéis, a que nunca os rindáis nunca, a que cumpláis vuestro compromiso y a mejorar siempre, siempre.

Y en esta andadura que hoy retomamos juntos, nos ayudaremos mutuamente a mantenerlos en perfecto estado, en el que se merecen, en el que nos merecemos. Y recordad, el tiempo es el reloj de nuestra vida.

Mientras preparo la próxima entrada, en la que presentaré los iconos de los relojes del tiempo, me gustaría conocer tus estrategias, técnicas o cualquier cosa que hagas para medir el uso inteligente de tu tiempo. Anímate ;)


martes, 30 de octubre de 2012

LOS SÍMBOLOS DEL TIEMPO


Primero, una aclaración: no me refiero al tiempo meteorológico.
Segundo: me atrevo a simbolizar el tiempo.
Así que intentaré explicar por qué los símbolos elegidos son relojes, aun cuando parezca obvio. 
Hay muchos tipos de relojes, y de cada uno innumerables modelos. He elegido seis de alto valor significante porque pueden considerarse representaciones alineadas con sendos aspectos de lo que he denominado inteligencia cronográfica.
Suele medirse el tiempo como referencia, marco o pauta: “son las diez de la mañana y no he terminado el informe”; “tienes toda la mañana para planificar el viaje”; “debemos tomar la temperatura del enfermo cada media hora”. Es el tiempo cuantificable y para eso podemos emplear diferentes relojes.
La dimensión cualitativa del tiempo es otra historia. Podemos terminar el informe a las diez, independientemente de su validez; la planificación del viaje puede ser un auténtico fracaso; el registro de la temperatura tal vez sea insuficiente para observar la evolución del paciente.
Quizá parezca que la cualificación del tiempo está ligada a los resultados de nuestras acciones; y en cierto modo es así. Pero existe otro factor que nos vincula con el tiempo: la consciencia. 
Es obvio para todos que el tiempo está ahí, que unas veces nos salen bien las cosas y otras no; y que el tiempo sigue siendo el mismo. El mismo para todos. Sin embargo, ese marco común que es el tiempo, lo es externamente. Las respuestas individuales, bajo ese marco, dependen en gran medida de la consciencia que tengamos respecto al tiempo. Es la dimensión interna del tiempo.
Ya he dicho que el tiempo se puede cuantificar con instrumentos si se considera como el lapso que transcurre entre dos instantes. Pero ese transcurso conlleva un cambio, es un tránsito y en él siempre ocurre algo: puede haber incluso un cambio de sensaciones o un paseo entre ellas. 
El paso de una sensación a otra sucede en el tiempo. Una sensación grata acelera el tiempo en el que transcurre (el tiempo pasa “volando”). Una sensación molesta retarda el tiempo hasta percibirlo incluso como una paralización (no “pasa” el tiempo). Estas sensaciones las hemos vivido todos en algún momento. De igual modo, hemos vivido el tránsito entre ambos tipos de sensación. En ese tránsito el tiempo toma el pulso normal, su ritmo y su cadencia. ¿Éste es el verdadero tiempo?
No cabe duda que en el tiempo influyen las emociones. Los amores, las expectativas, la confianza en el futuro, las esperas, las dudas, los recelos… no organizan regularmente el tiempo, pero lo matizan. El deseo y lo que realmente ocurre matizan el tiempo. El tiempo lento es aburrimiento, tedio. Contra él luchamos con ilusión, optimismo, para transformarlo o compensarlo con tiempo “positivo”.
Pensar es inteligente, descubrir el potencial propio también, como lo es diseñar un proyecto personal y auténtico, el autocontrol, la optimización de recursos y la autoevaluación de las acciones. La constancia también es de inteligentes. 
Estos seis valores de la inteligencia global, se simbolizan desde la inteligencia cronográfica con sendos relojes. Y para que funcionen habrá que ponerlos en hora. Son los relojes del tiempo, los relojes que miden nuestro uso del tiempo, el uso de nuestro tiempo.

En la próxima entrada os los presento.

martes, 16 de octubre de 2012

LA SUERTE DEL TIEMPO

De cada diez mil tréboles, uno tiene cuatro hojas. A este trébol se le atribuye la suerte: no sé si porque es suerte encontrarlo, o porque se encuentra de suerte, o que ambas razones se conjuran en proporcionar la suerte al que lo encuentra. 
Sea como fuere, esa suerte tan relacionada con el azar suele ser efímera, de escaso valor y poco aprovechable. Es como una oportunidad que, por no trabajarla, no acabamos de valorar o de extraerle todo su partido. 
Por eso Séneca, filósofo y político romano, definió la suerte como lo que luego tradujo Voltaire: el encuentro de la preparación y la oportunidad. 
Hace algunos años, harto de esperar la suerte me decidí salir a buscarla. Pero sin dejar el asunto en manos del azar ni de las probabilidades ni del capricho de la naturaleza. 
Decidí sembrar tréboles, todos de cuatro hojas. Sí, es cierto que no existe semilla. Aún así me puse manos a la obra. 
Me planteé tener mis tréboles de la suerte buscada, a los que pensé bautizar inicialmente como los "tréboles de la suerte segura".
Probé diferentes combinaciones de semillas, analicé terrenos de diferentes clases, visité distintos parajes en busca de la luz apropiada, analicé aguas de composición variable; y me lancé, dispuesto a fracasar cuantas veces fuera necesario.
En esa aventura necesité ayudas, requerí apoyos, indagué, exploré, dudé, renegué... pero jamás me rendí. A día de hoy, estoy tan orgulloso de mi "hallazgo" que sólo estoy dispuesto... a seguir aprendiendo para mejorarlo.
Pero todo lo que he dicho hasta ahora, carecería de sentido si no desvelara el verdadero secreto de mi trébol de la suerte buscada. Y a eso me dispongo.
Cada hoja del trébol tiene una inscripción, así que hay cuatro inscripciones que son sentencias irrenunciables e intransferibles para quienes deseen que la suerte no les abandone en el resto de su tiempo:


La suerte radica en lo que cunde nuestro tiempo cuando cumplimos a rajatabla esas sentencias. Cuando nos afanamos en ello hemos aumentado nuestra preparación real y creado oportunidades de las buenas (cuyo valor nos hemos currado). Y entonces, razón tenía el cordobés Séneca, envidiarán nuestra suerte, la misma que hemos buscado y que será eterna, más allá de nuestro tiempo.
Así pues, seamos inteligentes, inteligentes cronográficos; seamos íntecros: conjuguemos nuestra consciencia con las oportunidades "buscadas" (creadas) y... la suerte será perenne compañera en nuestro viaje vital, cuyo reloj es el tiempo. El reloj de la suerte, la suerte del tiempo.

viernes, 13 de julio de 2012

EL ACRÓNIMO TIEMPO

Toma las letras que componen una palabra con significado propio y busca palabras cuyas iniciales sean esas letras. Si consigues que esas palabras tengan relación con la palabra origen, entonces estás ante un acrónimo. 
No, no me he equivocado. Esta entrada está relacionada con la inteligencia cronográfica.
Para demostrártelo, te presento la palabra tiempo como acrónimo. 
Yo considero que la inteligencia cronográfica se manifiesta como el Talento para Impulsar el Esfuerzo hacia Metas Personales Oportunas
Verás que las iniciales de las seis palabras escritas en cursiva componen el acrónimo TIEMPO.
También puedes observar que las palabras están conectadas formando una frase. El significado de esa frase es una de las características de los íntecros.
Comprueba cómo estás de talento para impulsar tus esfuerzos. Lánzate a crear tus propias metas, siempre personales, y procura que sean oportunas. Si lo son, lo tienes todo para usar inteligentemente tu tiempo.
Pero recuerda (lo decía mi abuelo Alejandro): "el tiempo no se detiene, somos nosotros los que nos detenemos".
No te detengas, el tiempo corre y no espera.
Hasta otro tiempo.